1- Reducen las Islas de calor – La inercia térmica del agua presente en las plantas y de la propia tierra de cultivo hace que el huerto absorba el calor, reduciendo las fluctuaciones de temperatura.
2- Mejora la calidad del aire – De noche las hojas hacen la fotosíntesis, liberando oxígeno.
3- Absorben el ruido – A diferencia del cemento, las plantas consiguen absorber los sonidos sin reverberar.
4- Reduce el riesgo de inundaciones – La tierra es capaz de retener el agua de la lluvia en el momento en que cae, aliviando las galerías urbanas sobrecargadas por la baja permeabilidad del suelo urbano.
5- Reduce la contaminación en todo proceso – Contaminación de tierras, flujo en las autopistas, gastos y desperdicio de los mercados.
6- Destino de residuos orgánicos – Los residuos de alimentos y vegetales que causan problemas en la logística de camiones basurero en las ciudades, se pueden transformar en el mejor nutriente posible para un huerto, a través del proceso de compostaje.
7– Alternativa económica – Plantar un huerto propio es más barato que ir al mercado. Puede también convertirse en una actividad económica per se, y eventualmente puede generar una gran transformación social en comunidades de renta baja.
8- Mejora la calidad alimentaria – Los alimentos orgánicos son más nutritivos. Además, facilita la capacidad de descubrir alimentos alternativos
. 9- Durabilidad – A pesar de lo que digan los vendedores de neveras, las plantas vivas logran una disponibilidad mucho mayor sin deteriorarse.
10- Se promueve una mayor biodiversidad – Las plantas se relacionan entre sí y con insectos, lo que posibilita el desarrollo de la fauna y flora local, esencial para reducir las posibles injerencias de virus exóticos.
11- Promueve la convivencia entre usuarios y vecinos – El huerto es un espacio público ideal para el encuentro comunitario.
12- Integración con la naturaleza – Ver una planta crecer, estar cerca de ella, aumenta el contacto con el ritmo natural del universo e incluso con el ritmo de vibración natural del cuerpo.